Dedica un poquito de tiempo a pensar sobre tu falta de tiempo
“Malgasté el tiempo. Ahora el tiempo me malgasta a mi.”
-William Shakespeare (1564-1616)
El principal problema con el que se encuentran los papás y mamás a quienes se invita a participar en la Catequesis Familiar es que “no tienen tiempo”. Y seguro que es cierto, porque el sistema de vida occidental impone un ritmo trepidante a cada día. Pero, admitida la limitación de la falta de tiempo, me permito hacer las siguientes observaciones, que espero que te sirvan:
Y si, a pesar de todo, consideras que el punto 3 también es rebatible, cabría concluir:
La Catequesis Familiar tiene la finalidad de ayudar a construir familias unidas, para quienes el amor a Dios y a los demás sea un proyecto central. Ciertamente, no es algo que esté de moda; pero queremos que lo esté. No es difícil si media el cariño, y no requiere tiempo, si tenemos que hablar en serio. ¡Ánimo! Hacedlo los dos: os esperamos.
“No tengo tiempo para tener prisa.”
-John Wesley (1703-1791)
Hay bastantes herramientas, métodos y sistemas de planificación que ayudan a gestionar bien el tiempo. Stephen Covey, en su libro (bestseller mundial) sobre “Los 7 hábitos de la gente altamente eficaz”, aconseja el ejercicio de crear una matriz de administración personal, en la que cada actividad puede ser clasificada según dos criterios: importancia y urgencia.
Cada cuadrante expresa una forma de administrar el tiempo:
1. Urgente e importante: administración del tiempo en situaciones de crisis. No hay más remedio que centrarse en solucionar el problema. Esto no suele facilitar el progreso en la vida profesional, familiar, social, religiosa, etc., simplemente evita que ocurran los desastres o intenta paliar su impacto.
2. No urgente e importante: administración pro-activa del tiempo. Por ejemplo, el aprendizaje de un idioma, la preparación de una oposición, los detalles para enamorar a tu mujer, las medidas para educar bien a tus hijos, etc. Suelen ser pasitos cortos, pero requieren que sean constantes. Es la única manera de llevarlos a buen término.
3. Urgente y no importante: administración del tiempo reactiva. No eres tú quien controla las actividades, sino las actividades quienes te controlan a ti. Algo hay que hacer para conseguir que seas tú el dueño de tu vida.
4. No urgente y no importante: pérdida de tiempo. Es el tiempo perdido en frivolidades, que se hubiera podido destinar a algo de mayor provecho.
Resulta obvio que es el segundo cuadrante el que resulta clave para el logro de la efectividad. El reto está en saber quitar tiempo de otros cuadrantes -sobre todo, del 3 y del 4- y dedicarlo a lo que merece la pena. ¿Cómo? Piensa en cómo te gustaría que fuera tu futuro …
… profesional – reconocimiento, sueldo, prestigio
… familiar – unidad, cariño, hijos, nietos
… social – amigos, aficiones, relaciones
… íntimo – legado personal, buenas obras, relación con Dios
y empieza a dedicar unos minutos cada día a los objetivos más importantes. ¿Se encuentra la vida cristiana familiar entre esos objetivos? Si no lo está y no quieres que lo esté, mejor no sigas este programa de Catequesis Familiar. Si lo está, el curso te / os resultará de gran ayuda.
“Si el tiempo es lo más valioso,
la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches.”
-Benjamin Franklin (1706-1790)
“Me ha sorprendido mucho ver que en Occidente se drogan tantos jóvenes. He intentado comprender el motivo. ¿Por qué? La respuesta es: porque en su familia no hay nadie que los ampare. El padre y la madre están tan ocupados que no tienen tiempo. Los padres jóvenes trabajan y el niño vive por las calles y se las arregla por su cuenta. Nosotras hablamos de paz. Estos son las cosas que socavan la paz” (Orar. Madre Teresa de Calcuta. 2ª edición. Ed. Planeta – Testimonio, p. 95).
Es verdad que, en muchos casos, ambos cónyuges necesitan trabajar para sacar adelante a la familia. Pero también es verdad que no pueden confiar totalmente la educación de sus hijos a una institución, por mucho crédito que tenga. El entorno social acribilla a nuestros hijos con llamadas insistentes al consumo, el individualismo, la experiencia del placer sexual y otras tentaciones que no eran tan frecuentes hace pocas décadas. Cuando caemos en la cuenta, en muchos casos es demasiado tarde.
Se está pidiendo a los padres jóvenes una capacidad de sacrificio y una responsabilidad en su misión mayor que la que tuvieron sus progenitores. Así es. ¿Sabrán afrontar este reto? El programa de Catequesis Familiar sirve a quienes quieren afrontarlo.
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